jueves, 9 de marzo de 2023

AULLIDOS


Pertenecí al cuarto contingente del noventa y siete, cuatro del siete es mas correcto decir en el argot militar, el segundo pelotón de la compañía rayo dos, tomó la orden de establecer un campamento en un cerro muy elevado, mas que nada era una base de observación, no debíamos interferir en nada de lo que ocurriera por allí, no es que estuviéramos escondidos ni mucho menos, solo era acampar allí y observar, se observaba el camino que aunque por una selva espesa había un camino que llevaba a un país fronterizo, por este camino se transportaba de todo, cabe aclarar que todo de contrabando, electrodomésticos, maquinarias, gasolina, medicamentos y por supuesto drogas, aunque era bien sabido de este corredor del contrabando, desde las altas esferas del gobierno se hacían los ciegos, pero en esta ocasión nos llevaron allí, porque algo extraño estaba ocurriendo y se estaba mermando el paso de muchos artículos por allí.
Observar era nuestra misión, se estableció los turnos de guardia, cuatro por turno, cada tres horas se hacían los relevos, nuestra consigna mas que todo en la noche era ojos despiertos y oídos atentos, no sabíamos el que teníamos que observar, pero era lo que teníamos que hacer. Nuestra base quedaba en un gran alto rodeado de montañas, al frente una montaña mas pequeña y en medio de estas el camino que cruzaba a la frontera, mi turno de la media noche, salgo cubierto por una chamarra impermeable, caía una lluvia suave, voy a mi puesto y observo, unos diez minutos después escucho un grito aterrador que llena todo el lugar, mis compañeros en alerta reaccionan en sus puestos, los treinta y dos soldados, dos cabos y un teniente estaban en posición de alerta y combate, todos los que dábamos de cara de la otra montaña lo vimos, los gritos seguían, un algo que no podíamos ver bajaba de la montaña al frente de nosotros, gritaba y bufaba como si del mismo demonio se tratara, derribaba árboles mientras los animales huían y chillaban, no podíamos saber de que se trataba, pero en realidad podíamos decir que no era algo de este mundo.
Eso lo que fuera que iba por medio de la selva sembrando el terror avanzaba directamente a nuestra base, mi teniente dio la orden de desasegurar los fusiles y estar atentos a su orden para disparar, eso estaba sobre nosotros, llego como un torbellino, mi teniente en un grito desesperado dio la orden de disparar, disparar a que, sino podíamos ver nada, solo los gritos que retumbaban en nuestros oídos, muchos de nosotros sangramos por los oídos y la nariz, nadie disparó su fusil y no porque nadie hubiera querido hacerlo, solo que estos no funcionaron, eso pasó, dejando los árboles destrozados al igual que nuestro campamento.
A la mañana siguiente nos pidieron ayuda, para levantar cuatro cadáveres, eran unos hombres que comercializaban gasolina de contrabando obvio y animales silvestres, esto lo que fuera los reventó por dentro, ese fue el dictamen de nuestro médico a simple vista, sangre en cantidades salía por sus oídos y su nariz, estaban muertos, no solo era el sangrado, eran sus ojos desencajados por el terror de lo que ellos si vieron, un mes más permaneció mi unidad en aquella base, no volvimos a vivir algo así, ni nada que pareciera extraño, el teniente junto sus dos cabos decidieron no dar un informe militar de lo vivido esa noche, un soldado que estaba con nosotros y pertenecía a esa región, decía que era la madre monte, protegiéndose, otros aseguraban que era el demonio, yo la verdad no se que pensar de lo que viví esa noche.

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